viernes, 16 de noviembre de 2012

Cincuenta sombras de divorcio

"He leído ese libro, ahora sé lo que me gusta en mi vida sexual y no eres tú." 
Así se despachaba Hector G. Barnés en su entretenida columna que sigue asi:
"Hasta ahora, los efectos del éxito editorial de la presente temporada, Cincuenta sombras de Grey (Grijalbo), la novela erótica que ahora se encuentra en las manos de miles de lectoras (y unos cuantos cientos de lectores), no habían pasado de escandalizar a un puñado de impresionables hombres. Hasta que esta semana ha salido a la luz la noticia del primer divorcio motivado por la influencia del popular best seller, según ha esgrimido la demandante. Es lo que ha ocurrido con una pareja inglesa de identidad desconocida de la que sabemos, gracias a la abogada defensora Amanda McAllister, que ha utilizado la novela de E.L. James como arma en su proceso de divorcio. “La mujer había estado leyendo el libro y quería ponerle un poco de pimienta a su vida privada”, señala la jurista. “Cuando él no mostró ninguna reacción, ella señaló que tenía una actitud aburrida respecto al sexo y que se había hartado”.


Todo es culpa de ese maldito libroTodo comenzó cuando, cansada de su vida sexual, la demandante se atavió con unas nuevas prendas íntimas que había comprado para la ocasión y se presentó de tal guisa ante su marido, que no sólo hizo caso omiso a las insinuaciones de su pareja, sino que achacó el comportamiento imprevisto de su esposa a “ese maldito libro”, refiriéndose, obviamente, al tomo que ha vendido millones de ejemplares en todo el planeta. En la petición de divorcio depositada en el Tribunal Supremo inglés, la mujer apela a un “comportamiento poco razonable” de su pareja, una de las cinco causas de divorcio contempladas por la ley inglesa, que se traduce, en este caso, en “la baja libido” del varón. El marido ha admitido dicho comportamiento, por lo que se espera que el caso se resuelva en breve. Curiosamente, se trata de una pareja particularmente acaudalada: 400.000 libras al año, alrededor de medio millón de euros, es lo que gana la insatisfecha mujer, cuyo nombre no ha salido a relucir.

Sin embargo, como señala Miriam González Pablo, psicóloga y directora del Grupo PGD, se trata de un caso absolutamente único. “No conozco nada semejante, más bien es al contrario”, señala la psicóloga, que indica que la novela es un tema de conversación recurrente en su consulta. “Desde luego, la causa de separación de esta pareja no ha sido el libro, sino un problema de base anterior a este, que no tiene por qué ser sexual, sino que puede ser de otro tipo”. En lo que puede haber influido la lectura de la novela es, precisamente, en la toma de conciencia de la situación de la mujer. “La mujer se puede dar cuenta de lo que realmente quiere en su vida sexual leyendo el libro. Lo cual no quiere decir que lo que quiera sea exactamente lo que hacen los personajes en él”.


Una liberación sexual para las masas

Se ha hablado en repetidas ocasiones sobre el fenómeno editorial sin precedentes que ha significado Cincuenta sombras de Grey, ya que, a diferencia de lo que ocurre con otras novelas eróticas, ha provocado que cualquiera pueda leer la novela en un lugar público sin esa vergüenza que en muchas ocasiones iba asociada a la literatura de este tipo. “Se trata de un fenómeno transgeneracional, que ha afectado tanto a lectoras de 20 años como de 60”, indica González Pablo. “Libros eróticos hay muchos, pero ninguno que haya tenido esta acogida, que se debe también a otros componentes de la novela como el lujo, el poder o la capacidad de transportarte a un mundo de fantasía muy poderosa”.

Hasta ahora, eran los hombres los que se quejaban de sus mujeres, pero la cosa ha cambiadoLo que aún está por ver es qué clase de influencia ha tenido la novela en el comportamiento de las mujeres ya que puede haber constituido una especie de pequeña revolución en cuanto ha provocado que muchas tomen conciencia de las posibilidades de su sexualidad. Como señala González Pablo, el éxito de la obra “ha permitido abrir nuevas fronteras a las mujeres y seguramente muchas de ellas se han lanzado a probar cosas nuevas en su intimidad”. Precisamente, McAllister indica en la acusación que “ha habido un cambio en las actitudes sexuales. Hasta ahora, los hombres eran los que se quejaban de que no tenían suficiente sexo. Pero ahora son las mujeres las que denuncian el aburrimiento de sus parejas después de leer libros como Cincuenta sombras”.

Miriam González está de acuerdo y señala que el libro “puede despertar la conciencia en las mujeres de que hay un mundo sexual más allá del que están viviendo y les puede dar indicios para descubrir cosas nuevas”. Lo cual invierte la situación entre hombre y mujer, en muchos casos. “Muchas mujeres están replanteándose su sexualidad a través del libro, por ejemplo, preguntándose ¿por qué no me he permitido hacer ciertas cosas? Muchas se han quitado la venda de los ojos, ya no lo perciben como algo malo, sino algo que puede hacer cualquiera”.


El papel de la fantasía

Lo que la mayor parte de psicólogos afirman es que la fantasía es positiva y, más que conducirnos a la frustración, nos ayuda a conocernos mejor y a explotar al máximo nuestra vida en pareja. Ya lo aseguraba José Bustamante en su libro ¿En qué piensan las mujeres? (Debate) y Miriam González se muestra de acuerdo. “La fantasía es positiva y está recubierta por el misterio, ya que se trata de algo imposible o difícil de realizar y permite que la mujer se sienta más a gusto con su sexualidad”. Como señalaba un estudio publicado en 2007 por la Asociación Española de la Salud Sexual, la fantasía es un componente esencial en nuestras vidas sexuales. En concreto, el 32% de la inhibición sexual tiene su origen en la falta de imaginación.

Los problemas sexuales deben ser resueltos por la parejaPero ¿puede considerarse que Cincuenta sombras de Grey es una especie de equivalente femenino a la pornografía consumida por los varones y, como tal, llevar a la confusión a unas lectoras que demandan a su pareja unos comportamientos que generalmente no se producen en la realidad? La psicóloga no cree que sea así, y además, añade que los dos tipos de obras eróticas son totalmente diferentes: “La pornografía que se consume es visual y la imaginación sexual de la mujer se excita mediante la imaginación, que es mucho más poderosa y, además, te permite añadir tu propio toque personal: la novela es tan detallada en sus descripciones que te permite imaginártelo todo perfectamente, al mismo tiempo que puede ayudar al desarrollo de nuevas técnicas”.

La psicóloga señala que la novela ha provocado una revolución no sólo para las mujeres, sino también para los hombres, muchos de los cuales han sentido “miedo”. “Algunos dicen, ‘sí, el libro ese que leen esas’, en plan despectivo”, asegura al mismo tiempo que recuerda que algunos de los pasajes pueden resultar inspiradores también para el hombre. Por último, la psicóloga señala que lo que podría haber salvado la relación habría sido la cooperación de la pareja: “Este tipo de problemas hay que solucionarlos siempre entre los dos. Ahí es donde se encuentra la clave”, lo cual se traduce en “la comunicación” y en “tener la posibilidad de probar cosas nuevas (porque si no la tienes, es que tu vida sexual está acabada). Tienes que guiar al otro y juntos, descubrir cosas nuevas”.   "



6 comentarios:

Sandra Sánchez dijo...

En una de éstas lo leo...
:)

Lenka dijo...

No consigo entender la fascinación que ejerce este libro sobre tanta gente, y menos en nuestra era hipersexual en la que apenas hay programa de televisión en la que no se nos hable de sexo ni web (por inocente que sea) que no nos bombardee con setecientas publis de contenido explícito. En serio, tan reprimida está la peña??? Al final va a resultar que mi hermano (ese gran filósofo) tenía toda la razón del mundo cuando afirmó, allá por sus 17 años, aquello de: "liberación sexual? Una mierda!"

No me considero muy precoz ni muy versada, pero antes de terminar el instituto (esa edad en la que la curiosidad guía tus pasos y tus lecturas) ya me había papeado todo Sade, la colección completa de La sonrisa vertical (mi padre, ese ávido lector que lo mismo te sale por Marcel Proust que por Astérix) y, cómo no, la impepinable Historia de O, que, por cierto, me pareció una chorrada absoluta. Qué demonios puede contarnos nadie que no lo hicieran ya otros? Qué enseñan estos libros que no supiéramos ya por Lulú y sus edades, por Justine o por el ínclito Valmont???

Está claro que, en el tema del sexo, no hay avances. La cosa se mueve tipo péndulo, como casi todo. Miles de mujeres en todo el mundo flipan en colores con las dichosas sombras, que harían morirse de risa a Mesalina. No sé, pero por lo poco que me han contado sigo sin verle el menor interés. Qué nos puede sorprender a estas alturas sobre el sexo o las relaciones, si está claro que cualquier cosa es posible y que la imaginación humana y el morbo no tienen límites?? Una de dos, o la gente es muy poco creativa cuando fantasea, o yo soy una auténtica depravada sin saberlo!!! ;)

Anónimo dijo...

A nadie, o a muy pocas personas, se le hubiera ocurrido hace unos años manifestar abiertamente su predilección por la novela erótica y, seguramente, tampoco mencionar que habían hojeado uno de esos libros que había caído en sus manos... por casualidad. Esos gustos quedaban reservados al terreno íntimo. Es más, conseguir una obra de esta temática exigía armarse de valor, pues las librerías les tenían reservado un anaquel perdido, y poco frecuentado, lo que hacía de esta lectura algo casi clandestino.

Pero las cosas han cambiado, y mucho. Los aficionados a la novela romántica del siglo XXI han salido del armario y la culpa la tiene una trilogía: '50 sombras de Grey' (Ed. Grijalbo). Un “best seller” que ha vendido más de 40 millones de ejemplares en todo el mundo (en España, más de 1.500.000 desde junio) y que ha conseguido que las librerías le dediquen a este género un lugar preferente. Ella sola, con la ayuda del boca a boca, ha logrado derribar tabúes y crear, en palabras de su editora, Ana Liarás, “todo un fenómeno sociológico”. Como muestra, un botón: fuentes de Fnac España reconocen que “el porcentaje de incremento de ventas de este género en nuestro país hay que cifrarlo no por cientos, sino por miles”. Y a su vera, “toda una serie de productos anexos para todos los públicos, como ensayos sobre técnicas sadomasoquistas, cajas-regalo con manuales y objetos sexuales, colecciones de bolsillo eróticas...”.

Se ha pasado de un extremo a otro en menos de cuatro meses. Lo raro es que un amigo no nos haya recomendado alguno de los numerosos títulos calientes que atiborran los escaparates, o no haber oído comentar sin tapujos alguna de las tórridas escenas que calientan estas tramas. Los foros oficiales, las secuelas cinematográficas y los vídeos de promoción para las plataformas on line han conseguido cambiar la percepción hacia este género, atraer lectores y suscitar la curiosidad de los aficionados a la literatura con mayúsculas. Porque, sobre esto, también hay encendidas discusiones: ¿se trata de productos menores o de novelas con todas las de la ley?

Noe Casado, autora de 'Treinta noches con Olivia' (Ed. Esencia), lo tiene claro: “Hay que examinar estos libros con los mismos parámetros de calidad que otros géneros. Son entretenimiento, que es la esencia de cualquier novela. Si lo que se busca es adoctrinar, para eso ya están las obras de no ficción, los ensayos o los libros técnicos. Pero no hay que pensar que por leer novela romántica-erótica perteneces a un grupo de analfabetas. Eso no es cierto. Es cuestión de gustos, nada más”. Y tampoco está de acuerdo con que los lectores de estos libros idealizan las relaciones de pareja: “No veo por qué van a pretender vivir una historia así. Es como si dijéramos que por leer 'Los pilares de la Tierra' te vas a poner a construir una catedral”, sentencia.


Anónimo dijo...

Puro escapismo para muchos, pero el ámbito de la fantasía, a veces, logra colarse en la vida real. La psicóloga y sexóloga Paula Cajide, vocal de la asociación Lasexología.com, atiende en su consulta a parejas que se han adentrado en estas páginas y que les han servido para desinhibirse y despertar el deseo. “Lo bueno de estas obras es que han normalizado este tipo de literatura, que estaba estigmatizada, y ya no se consideran como perversiones prácticas. Muchas de las personas que vienen a terapia y que han leído estos libros han enriquecido su relación, porque esta lectura produce excitación y morbo”, apunta.

Alto voltaje
Justamente, el ingrediente sexual es el que ha transformado 1800 el folletín romántico y el que ha dado lugar a este furor globalizado. Y es que un tema tan universal da para mucho, no importa si el asunto se localiza en los Hamptons, como ocurre en el último lanzamiento de Planeta ('Indiscreción', de Charles Dubow); en las avenidas más trendy de Nueva York, caso de 'No te escondo nada', de Sylvia Day (que vende 80.000 copias por semana en el Reino Unido); o en Burgos, donde se desarrolla 'Treinta noches con Olivia'. Y tampoco si el aliño son unos acordes de rock & roll, al estilo de la serie 'Pecadores' (Ediciones B), o el fetichismo de unos universitarios, hilo del que tira 'Diario de una sumisa', que Grijalbo publicará en enero.



“No hay una receta tipo –según explica la autora Noe Casado–, pero lo que no puede faltar es una historia de amor y escenas de sexo. Y todo ello aderezado con una trama que incorpore intriga, misterio, humor...”. Comparte esta opinión Esther Escorza, editora de Esencia, que añade otro componente, el de la estrategia de publicidad y comunicación: “En estos libros se llama a las cosas por su nombre y la principal diferencia con la novela erótica al uso es la apariencia de las cubiertas. Se ha huido de chicos estupendos o mujeres sugerentes. Ahora las lectoras no tienen que forrar los libros. Es más, los pasean orgullosas, como queriendo decir “lo estoy leyendo”.

Y no solo ellas porque, aunque no hay estadísticas segmentadas, parece que lo que lleva la etiqueta “porno soft” ha seducido también a los hombres. “El cliché es que son historias que atraen a mujeres de cierta edad, pero el abanico es más amplio. Conozco a más de un hombre que ha disfrutado con una famosa saga y entre el público femenino se ha bajado el listón a los 18 años”, apunta Esther Escoriza. Para Cristina Hernández, editora de Planeta Internacional, “los lectores están abiertos a nuevas tendencias y, cuando se les ofrece algo atractivo, estan dispuestos a probarlo”. Inma Bretones responde al perfil de lectora dibujado en los medios de comunicación. Con 33 años y dos hijos pequeños, comenta que ha devorado la trilogía (solo necesitó una semana para las más de 1.700 páginas). “Soy una apasionada de los libros, aunque nunca, hasta ahora, me había acercado a este género. El primero me gustó y me escandalizó. Los que vinieron después, me atraparon. De hecho, cuando acabé '50 sombras de Grey' quería saber más sobre los personajes. No me resignaba a dejar de leer”, asegura.

Anónimo dijo...

Pero no todas las lectoras opinan igual: “Yo lo leí y, sinceramente, no me gustó. Me pareció una tontería, una cadena de tópicos, que nunca funcionaría si no fuera por ese ingrediente pornográfico. Además, me parece denigrante la imagen que se da de la mujer en este tipo de historias”, asegura Sonia Rodríguez, desencantada tras haber “caído” en la tentación de leer la trilogía de moda. Sin embargo, la mayoría de los que se han sumado a esta corriente reconoce que tiene algo (o mucho) de adictiva. Insisten en que, cuando se llega a la última página, se quiere más.

Pero, ¿tiene futuro o es un fenómeno pasajero? Para Cristina Hernández, de Planeta Internacional, “se trata de una moda, que perdurará un tiempo, pero irá perdiendo fuerza y será reemplazada por otra”. Coincide con ella Ana Liarás, la descubridora en Amazon de un e-book autoeditado que había generado notables ventas, pero en el que ninguna editorial había reparado (se llamaba '50 sombras de Grey'). Cuando estaba negociando los derechos para papel, se le adelantó la editorial norteamericana. Considera que se trata de una tendencia, que va a seguir algún tiempo y pronostica que, de aquí a Navidad, asistiremos a una avalancha de lanzamientos. De hecho, en menos de un mes Esencia pondrá a la venta el primer volumen de una serie que lleva por título 'Pídeme lo que quieras', de Megan Maxwell. La editorial para la que trabaja Liarás planea una colección de relatos eróticos para mediados de 2013. “Habrá una saturación como pocas veces hemos visto y creo que la tendencia se va a agotar rápido”, añade.

¿Quién sabe? Quizá tenga cuerda para rato, porque la sombra de Grey parece ser muy alargada. Por lo pronto, '¿Dormimos juntos?', una historia subida de tono y sin promoción, más allá de la que le han hecho en Twitter los amigos de la autora, Andrea Hoyos, se ha convertido en un bombazo en Amazon. Ha conseguido lo imposible: que un e-book español destrone a la trilogía que ha armado todo este revuelo y se ponga por delante de ella, en lo que a ventas digitales se refiere. La historia se repite...

Virginia Lombraña

Lenka dijo...

La verdad es que sigo sin entenderlo. A la gente le costaba hasta ahora reconocer que leía libros eróticos, pero nadie negaba ver porno y se presumía de experiencias sexuales a boca llena. Para mí, es un misterio. No hay revista más o menos científica que no quiera explicarnos por enésima vez la ciencia del orgasmo, los juguetes sexuales se han convertido hace tiempo en un imprescindible, hay webs para echar canas al aire y otras que hasta te inventan excusas convincentes para engañar a tu pareja, es la era de los swingers y casi se diría que no hay pareja sobre la faz de la tierra que no haya subido a la red su propio vídeo erótico casero (a juzgar por los millones de ellos que hay!) pero, al parecer, seguimos cohibidos, o casi reprimidos. De verdad que no logro entender a una sociedad en la que, cuando una tía se casa, queda antes con sus amigas y todas se pasean con penes en la cabeza pero, por lo visto, sienten un terrible pudor a ser vistas con un libro erótico en la mano. ¿¿??

Desde luego hay algo que no me encaja. No me encaja esa doble moral ni me encaja que gente de menos de cincuenta años pueda descubrir nada nuevo respecto al sexo, o sentir que se le han abierto los ojos leyendo una novela. No me cabe en la cabeza que a tantas personas no se les ocurran de motu propio fantasías que experimentar con sus parejas, cuando se supone que lo sabemos todo, lo hemos visto todo, lo hemos hecho todo. De verdad que me resulta asombroso!