viernes, 27 de abril de 2012

TAN BUENAS COMO LAS QUE COBRAN

Habiendo leido hace apenas unos instantes lo escrito por Anne Cé, me he dicho "pues voy a colgarlo en el regalo, que puede dar juego" y aquí mismo está:

“Me encanta que seas tan puta en la cama”. Así, con todas esas letras, es como le sale a un hombre por la boca la emoción de estar gozando tanto con su partenaire habitual. Comprendiendo, pues, que la frase ha sido pronunciada en el fragor del sexo, ¿se trata de un piropo o un insulto?

Una amiga formuló la pregunta y yo le dije que me parecía un poco fuerte como halago, pero una tercera amiga se había adelantado para exclamar: “Es muy bueno que te digan eso”. A lo que la cuarta cuestionó: “¿Qué sintió ella?”.

¿Cómo es que algo puede parecer un piropo con mayúsculas o algo desagradable, sin medias tintas?

La clave quizá sea la palabra “puta”. Y es que probablemente no haya nada equiparable al valor simbólico de esta palabra que al parecer proviene, etimológicamente hablando, de una diosa y una acción ligadas a la “poda” de los árboles.
...
Sexo a cambio de algo, a veces, de la propia vida: un tema que el cine ha tratado de mil maneras. Elegimos apenas dos abordajes fílmicos, ambos vinculados con las "necesidades" castrenses y la prostitución. Hablamos de la más o menos festiva Pantaleón y las visitadoras de Francisco Lombardi, sobre libro de Mario Vargas Llosa. La otra muestra descarnadamente el borde inmundo y trágico de la historia, el del esclavismo sexual que esconden las guerras: la premiada Ciudad de vida y muerte de Chuan Lu se detiene en ese pedazo oscurísimo de la invasión nipona a China, en los años treinta.

Que las prostitutas son las que mejor interpretan la urgencia de alivio masculina parece una aseveración pasada de moda y, sin embargo, la calle Montera de Madrid continúa poblada de clientes y chicas que venden sexo barato; los hoteles de lujo siguen ofreciendo sus books de “gatos caros” (una denominación vulgar pero ampliamente utilizada en Argentina) a ejecutivos; las carreteras están jalonadas de prostíbulos que suelen ser tierra de nadie, sobre todo en lo que a abusos se refiere y siguen las firmas...

A propósito de los deseos cumplidos, Sylvia de Béjar comentaba, en su espacio en la Cadena Ser, que hasta hace muy pocas décadas, a los maridos no se les brindaba sexo oral en casa. Y al escucharla recordé la anécdota de un viejo médico que a sus pacientes recetaba, además de los habituales anticoagulantes postinfarto, que se procuraran buenas fellatios. Y añadía: “si en casa no se lo hacen bien, no lo dude: pague”.

Los que hemos vivido nuestros veinte años después de proclamada la liberación sexual, sabemos que, en general, nuestros contemporáneos no han tenido que pagar por ninguna “prestación”. Ya en la universidad, a las chicas nos gustaba el sexo tanto como a ellos y lo practicábamos.

Pero, ¿qué hay de los hombres adultos actuales que en los setenta, ochenta o noventa fueron veinteañeros y hoy son "maridos"? (aquí vendrán comentarios que aludirán al “sexismo” de no considerar que las esposas también pueden estar insatisfechas y contratar servicios de pago; sin embargo, creo que las estadísticas me permiten preguntar desde este lado, sin caer en una flagrante desigualdad de trato).

Un amigo escritor me decía que, a veces, siente una suerte de añoranza ajena por los tiempos en que los burdeles eran refugio de artistas. Él no los había vivido y sentía que esos relatos de sus mayores ya no se volverían a conocer en las plumas, partituras o pinceles de los varones nacidos después de los sesenta. Pensé en los cuadros de los impresionistas parisinos, en el tango (tan caro a la vida del arrabal de una ciudad portuaria poblada de hombres sin hogar) y en la literatura. Pero ni siquiera así pude poner un manto de piedad sobre la frase, para mí desagradable, con la que Gabriel García Márquez decide arrancar su Memoria de mis putas tristes: “El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen”.

Puede que por esto me gane alguna reprimenda de los lectores (que se horrorizaron con cierto malestar ya confesado por Venus), pero tengo que decir que a muchas mujeres nos resulta harto difícil aceptar la idea de la negociación con el propio cuerpo como mercancía. Esto sin hablar, por supuesto, de la instancia en que esa compra-venta se realiza con una correlación de poder infame, vulnerando los derechos de alguien al que se somete, se coacciona y se humilla.

Sé que no solo las mujeres nos escandalizamos con el gran negocio de la prostitución y la trata de personas que se sitúa entre los más redituables del mundo, después de la venta de armas y el narcotráfico. Efectivamente, son muchos los hombres que se ponen en nuestra carne y, sobre todo, en la de nuestras hijas (en algún lugar del mundo, hoy se está secuestrando a una adolescente para alimentar el staff de algún prostíbulo) y dan batalla.

Del otro lado, también recuerdo que, no hace mucho, vi y escuché a algunas veteranas prostitutas de Barcelona quejarse por la persecución policial y pedir libertad para seguir desempeñando un oficio que, alegaban, era libremente elegido. Y también las comprendí. A propósito, en este momento recuerdo la contracampaña de las prostitutas de Copenhague, que respondieron a la campaña municipal previa a la Cumbre del Clima “Sea sostenible, no compre sexo”, ofreciendo sexo gratis a los delegados (en un país donde el ejercicio de la prostitución está legalizado).

Todo esto lo escribo pocos días después del fin de la Cumbre de las Américas, que se celebró en Cartagena de Indias (Colombia) y en la que algunos escoltas de Barack Obama fueron repatriados bajo sospecha de conductas “inapropiadas” en locales de ocio y venta de mujeres, o sus trozos. Otra cumbre de alta política y otra oportunidad para el intercambio de dinero fresco por placer de uno solo.

Pero, dejando de lado todas estas elucubraciones, ¿nos pone o no la frase del principio?"

Y dicho sea de paso, el título del post... bufffffffff eso es hablar demasiado. Creo que tod@s hemos tenido "parejas" que han sabido (y saben) tocar las teclas como el mejor de los pianistas jejejejejejeje



jueves, 19 de abril de 2012

Cosas que me alegran el día

Si algún día me caso... me gustaría mandar todos los convencionalismos bastante lejos (se puede sustituir la palabreja lejos por otras mal sonantes), y que lo más serio de la ceremonia sea como empezó ésta boda.
Si empieza así el matrimonio...



... seguro que la felicidad está garantizada.

jueves, 12 de abril de 2012

Siempre hay tiempo

Hay cosas que más vale perder e ignorarlas, que encontrarlas. Este no es el caso.



¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?

Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo,
Que nadie establece normas salvo la vida,
Que la vida sin ciertas normas pierde forma,
Que la forma no se pierde con abrirnos,
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente,
Que no está prohibido amar,
Que también se puede odiar,
Que el odio y el amor son afectos
Que la agresión porque sí hiere mucho,
Que las heridas se cierran,
Que las puertas no deben cerrarse,
Que la mayor puerta es el afecto,
Que los afectos nos definen,
Que definirse no es remar contra la corriente,
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja,
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio,
Que negar palabras implica abrir distancias,
Que encontrarse es muy hermoso,
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida,
Que la vida parte del sexo,
Que el "por qué" de los niños tiene un porque,
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad,
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana,
Que nunca está de más agradecer,
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo,
Que nadie quiere estar solo,
Que para no estar solo hay que dar,
Que para dar debimos recibir antes,
Que para que nos den hay que saber también cómo pedir,
Que saber pedir no es regalarse,
Que regalarse es, en definitiva, no quererse,
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos,
Que para que alguien "sea" hay que ayudarlo,
Que ayudar es poder alentar y apoyar,
Que adular no es ayudar,
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara,
Que las cosas cara a cara son honestas,
Que nadie es honesto porque no roba,
Que el que roba no es ladrón por placer,
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo,
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte,
Que se puede estar muerto en vida,
Que se siente con el cuerpo y la mente,
Que con los oídos se escucha,
Que cuesta ser sensible y no herirse,
Que herirse no es desangrarse,
Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,
Que volver no implica retroceder,
Que retroceder también puede ser avanzar,
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol,
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?



Mario Benedetti