sábado, 18 de mayo de 2013

La razón... eterno dilema

"Los observo. Entran en la cafetería y piden dos cafés. Ella viste impecable silencio, traje de chaqueta y rostro sereno. Él, traje gris, maletín ejecutivo y ceño multifruncido. Habla sin parar mientras la mujer trata sin éxito de interrumpirle. Hasta que... las mejillas de ella se ponen coloradas, los ojos se desorbitan y una mano tropieza con el café que termina salpicando su falda. La discusión versa sobre cómo convencer al otro de su punto de vista sobre una situación. La escena se calienta. Las verdades "absolutas" desfilan por sus bocas. ¿Quién tiene la razón?

Joderrrrrrrrrrr con la razón. Ese oscuro objeto de deseo (rígido como el hierro e intangible como el aire), que todos queremos poseer, ¡cuánta infelicidad y desazón puede llegar a producir!
La razón es la piedra sobre la que muchos seres humanos edifican su valía. ¡Grave error! Ligada al triunfo, a la inteligencia y a la habilidad (entre otros muchos sustanciosos sustantivos), la razón, la maldita y obstinada razón, ha desencadenado desde espeluznantes guerras y holocaustos, hasta separaciones, enfermedades y muchos otros dolorosos etcéteras.
Sin embargo, todos quieren tenerla. ¿Por qué?
Quizá por su tufillo a poder. A ese irresistible halo de engañoso bienestar que provoca el sentirse superior a otro. Pero no nos equivoquemos, es una trampa mortal que nos aleja de conocer otras realidades tan o más "razonables" que la nuestra.

 ¿Vale la pena pelearse tanto por tener la razón?

Yo, hoy por hoy, entre razón o paz, me quedo con la última. ¿Será desinrazón?